viernes, 20 de abril de 2018

Personalidades ultramontanas (1)


En general, el «ultramontanismo» puede definirse como la corriente o escuela que extralimita la infalibilidad y el primado más allá de lo definido por la Iglesia. Si usáramos la clasificación de Butler (1), esta corriente o escuela, debiera llamarse «neoultramontanismo» para diferenciarla más claramente de lo definido por el Vaticano I, pues no hay que confundir lo enseñado por el Concilio con la reflexión teológica anterior, concomitante o posterior a su realización.
Butler agrega dos elementos históricos que permiten contextualizar mejor a esta corriente. En Francia, la restauración de los Borbones de 1815 fue un intento de restablecer el Ancien Régime tanto en el Estado como en la Iglesia: monarquía absoluta, en el primero; galicanismo, en la segunda. En efecto, el retorno de los obispos emigrados, formados en la doctrina galicana de los «Cuatro artículos» de 1682, implicó un resurgimiento del galicanismo en centros de enseñanza teológica. Sin embargo, la Revolución había sacudido los cimientos de la Iglesia galicana, de modo que el intento por restaurar el galicanismo encontraría una vigorosa oposición de parte del clero joven y algunos laicos instruidos, que conformarían el movimiento denominado «neoultramontano». Este movimiento tuvo expresión elocuente en el libro Du Pape de José de Maistre.
El saboyano José de Maistre (1754-1821) fue un escritor de pluma brillante y aguda. Sin embargo, su filosofía de base tenía serias deficiencias. Pese a sus afirmaciones de ortodoxia, y sus citas de Santo Tomás, de Maistre no era un pensador tomista, sino un tradicionalista  irracionalista, que se había nutrido, como fuente principal, del nominalismo, fideísmo y escepticismo; y como secundaria, del joaquinismo y martinismo (2).
Por ello no sorprende la actitud del Papa Pío VII, al negarse a aceptar la dedicatoria del Du Pape. De acuerdo con Lortz (3) «Pío VII y su Secretario de Estado, Consalvi, siguieron desconfiando de este apologeta tan exaltado». Recuerda Aubert (4) que en el «libro Du Pape […] defiende de Maistre, de forma simplificante, las posiciones más extremas de la escuela papalista, apoyándose mucho menos en testimonios bíblicos o patrísticos que en analogías con la sociedad política vista en la perspectiva de la monarquía absoluta. Este libro, demasiado teocrático para poder influir en los políticos, a los que estaba primeramente destinado, y poco teológico para los clérigos, logró sin embargo hacer impacto en una vasta opinión pública». También señala este autor que los «teólogos romanos […] estaban descontentos de la obra Du Pape, de Maistre, que había sido acogida en Roma con gran reserva». Asimismo la Escuela de Tubinga -especialmente, en cabeza el joven J. A. Möhler- sería adversaria de esta obra del saboyano.
El Du Pape defiende la infalibilidad pontificia por razones humanas. Afirma que la infalibilidad no es un privilegio particular del papa, sino una propiedad inherente a todo poder soberano ya que infalibilidad y soberanía son sinónimas. Son los términos utilizados para expresar el poder supremo espiritual y temporal respectivamente; ese poder que gobierna y no es gobernado, juzga y no es juzgado; ese tribunal del que no se puede apelar a otro tribunal superior. Un poder necesario para la existencia de las sociedades porque si alguien tuviera derecho a decir que el rey o el papa se ha equivocado, tendría también derecho a desobedecerle.
Esta argumentación no gustó en Roma. Y los teólogos la criticaron, porque
- en el intento de explicar lo cristiano por medio de verdades o leyes generales no valora suficientemente la institución divino-positiva del papado; 
- subraya excesivamente el aspecto jurídico de la Iglesia, con detrimento de lo que hay en ella de gracia y de vida de fe;
- concibe la infalibilidad como una prerrogativa de la autoridad judicativa, siendo así que es también una prerrogativa de la Iglesia en cuanto comunidad de creyentes;
- identifica infalibilidad con soberanía, sin darse cuenta de que el soberano temporal puede derogar las leyes dadas por sí mismo, o por sus predecesores, mientras que el papa infalible está atado por sus enseñanzas infalibles y por las de los pontífices y concilios anteriores.
Tal vez la debilidad más sutil del argumento sea un giro subjetivo -y moderno- respecto de la verdad. En efecto, para Maistre la infalibilidad se coloca sobre la verdad; y la certeza magisterial por encima de lo revelado. Podría decirse que lo definido es verdadero porque lo afirma el Papa, y no que el Pontífice lo define porque pertenece verdaderamente a la revelación. A esta tesis del saboyano bien podría aplicarse el juicio del p. Gleize en su réplica a m. Ocáriz: «Semejante inversión, con el preconcepto subjetivista que ella implica, es absolutamente contraria al principio de objetividad realista que suponen la revelación, la Tradición y el magisterio».



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(1) Butler, C. The Vatican Council. London (1930). Vol I, pp. 81 y ss.

(2) Fornés Murciano, A. Ortodoxia y heterodoxia en la filosofía de Joseph de Maistre. Sus antecedentes y sus huellas en el pensamiento contrarrevolucionario español (1833-1936), toda la sección 2 (aquí).
(3) Lortz, J. Historia de la Iglesia (aquí).

(4) Aubert, R. en Hedin, H. Historia de la Iglesia. Ed. Herder (1978). Vol VII, pp. 201 y ss.