martes, 26 de mayo de 2015

Pío XII y el sacerdocio bautismal




Como complemento de la serie anterior, recordamos en esta entrada que el papa Pío XII habló acerca del sacerdocio bautismal en 1947, en la conocida encíclica Mediator Dei, y que volvió a hacerlo el 2-XI-1954, al dirigirse a los obispos y cardenales, en el documento Magnificate Dominum. De este documento, transcribimos hoy dos pasajes, con algunos comentarios nuestros y resaltados que agregamos al texto original.
En primer lugar, vemos Pío XII reconoce la existencia de un sacerdocio bautismal, que no puede negarse, ponerse en duda, ni infravalorarse. Cita palabras de la Escritura que le parecen decisivas. Pero no precisa la esencia y propiedades del sacerdocio común, aunque enfatiza su diferencia esencial con el sacerdocio jerárquico.
7. Verdad que no puede negarse ni ponerse en duda que los fieles tienen un cierto sacerdocio, ni tampoco procede el desestimar éste ni rebajarlo. Porque el mismo Príncipe de los Apóstoles, al hablar a los fieles, usa de estas palabras en su primera Carta: Mas vosotros sois un linaje escogido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo de adquisición; poco antes, afirma que corresponde a los fieles un sacerdocio santo, el ofrecer hostias espirituales, aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Mas, cualquiera que sea el verdadero y exacto significado de este título honorífico y de su contenido, se ha de tener por muy cierto que este «sacerdocio» común a todos los cristianos, aun siendo elevado y arcano, se diferencia no sólo en grado sino también en esencia del sacerdocio verdadera y propiamente dicho, que consiste en la potestad de realizar, representando a la persona de Cristo Supremo Sacerdote, el sacrificio del mismo Cristo. 
En el pasaje que transcribimos a continuación toca la dimensión práctica del tema. Por una parte, advierte sobre legítimas proyecciones de la doctrina del sacerdocio bautismal en la participación litúrgica de los fieles. Por otra, no deja de señalar abusos que pueden darse en la aplicación de esta doctrina (por desgracia, muy frecuentes en la actualidad). Por último, es interesante notar que ya en 1954 existía alguna desviación -doctrinal o práctica- en esta materia: de aquellos polvos, estos lodos...
8. Por ello Nos gozamos de que en muchas diócesis han surgido Institutos singulares de Liturgia, se han constituido asociaciones litúrgicas, se han nombrado asesores para el fomento de la Liturgia, y se han celebrado Congresos de Liturgia diocesanos, y aun inter-diocesanos, hallándose en preparación los internacionales. Y Nos causa gran placer el que, en algunos casos, aun los mismos Obispos asistan a estos Congresos, e incluso los presidan. A veces tales Congresos han tenido como singular norma práctica el que un solo sacerdote diga la Misa, mientras los demás (o todos, o la mayoría), asisten a ella, recibiendo la sagrada Comunión de manos del que celebra. Puede ello permitirse, si hubiere causa justa y razonable; y, si el Obispo no determinase otra cosa para evitar la admiración de los fieles, no puede censurarse, siempre que ello no se fundare en el error a que antes Nos hemos referido. En los temas tratados en dichos Congresos, se han discutido cuestiones tocantes a la historia, a la doctrina y a la práctica de la vida [litúrgica]; y se ha llegado a las conclusiones y propuestas que parecían más necesarias o convenientes para un mejor desarrollo, siempre que se sometieren al juicio de la autoridad eclesiástica. Entusiasmo por la sacra Liturgia, que no se limitó a dichos Congresos; porque a la vez fué creciendo la convivencia y la práctica litúrgicas de tal suerte que los fieles, en número y frecuencia cada vez mayores, son atraídos a la unión activa y a la comunión cón el sacerdote que celebra la santa Misa.
Mas, por mucho que favorezcáis justamente la práctica y el desarrollo de la sagrada Liturgia, cuidad bien en vuestras diócesis, Venerables Hermanos, de que los consagrados a tales materias no puedan en modo alguno sustraerse a vuestra autoridad y vigilancia, intentando dirigir o cambiar a su propio arbitrio la sagrada Liturgia, y ello contra las claras normas establecidas por la Iglesia: Tan sólo a la Sede Apostólica corresponde el ordenar la sagrada Liturgia y el aprobar los libros litúrgicos, y principalmente en lo que se refiere a la santa Misa: Reprobada toda costumbre contraria, el sacerdote, al celebrar piadosa y devotamente, guarde las rúbricas de sus libros rituales, y cuide de no añadir otras ceremonias u oraciones según su propio arbitrio. Nunca, por lo tanto, concedáis vuestra aprobación o consentimiento a semejantes intentos, no ya prudentes sino excesivamente audaces



5 comentarios:

Juanca dijo...

No entiendo por qué algunos siguen diciendo que el sacerdocio común es modenista. Pío XII era modernista? La sede está vacante desde 1947?

Urbel dijo...

Entre los que afirman que el sacerdocio común de los fieles es expresión o tesis de sabor modernista, habrá sin duda sedevacantistas ignorantes (también los hay doctos) que lo afirmen groseramente, sin matices ni distinciones. Pero asimismo los hay quienes lo afirman y argumentan doctamente, como por ejemplo el padre Gleize, profesor en el seminario de Ecône de la Hermandad de San Pío X, en un artículo reciente:

"Otro buen ejemplo de ese oscurecimiento nos lo da el número 10 de la constitución Lumen gentium. Ese pasaje evoca la existencia de un “sacerdocio” propio de los bautizados en tanto que tales, distinto del sacerdocio propio de los ministros revestidos del sacramento del orden. Y explica así su significado: “El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo.” Pío XII hablaba ya (una sola vez, es verdad) de un “sacerdocio común”, pero en otros términos más claros y precisos que los del Vaticano II. Si se puede hablar de un cierto “sacerdocio” de los fieles, esta expresión equivale a un título simplemente honorífico y existe una diferencia esencial entre de una parte la realidad de ese sacerdocio íntimo y secreto (espiritual) y de otra parte el sacerdocio verdadera y propiamente dicho . Esta última precisión ha desaparecido en el texto del nº 10 de Lumen gentium: el sacerdocio común se presenta allí como esencialmente diferente del sacerdocio ministerial, pero esta diferencia no se designa ya como aquella que existe entre un sacerdocio espiritual y un sacerdocio “verdadera y propiamente dicho”. Esta omisión se contrapone a la enseñanza de Pío XII, en la medida en que autoriza a definir el sacerdocio de los fieles como un sacerdocio en el sentido propio del término. Lo que el discurso de Pío XII había explicitado y aclarado, he aquí que Lumen gentium lo convierte en oscuro y ambiguo."

Martin Ellingham dijo...

Me parece que la clave de interpretación está en Sauras: analogía propia y participación.
No conocía el trabajo del p. Gleize. Siempre es interesante leerlo, porque argumenta las cosas que dice, no habla gratis, ni dice tonterías.
Sobre el Vaticano II leí hace tiempo un comentario a la LG del p. Monsegú. Interesante, aunque me quedó la impresión –tal vez equivocada- de que el intérprete le hace decir al texto lo que a él le hubiera gustado que dijera y que literalmente no dice.

Anónimo dijo...

ojalá estuviera vacante la sede
sería todo más sencillo,
pero no,
bien okupada que está,


que caminen bajo nuestro estandarte pensando que lo hacen bajo las llaves de Pedro
instrucción permanente DE ALTA VENDITA...¡URBELITO!

Anónimo dijo...

http://es.slideshare.net/EduardoSebGut/la-sagrada-escritura-fuente-de-la-revelacin-p-jeanmichel-gleize

la iglesia docente no le corresponde sino sancionar las opiniones comunes la iglesia discente, condenada por la sexta proposición del decreto lamentabili