martes, 21 de enero de 2014

Hunwicke: FSSPX, ¿ecumenismo sí o no?

El padre John Hunwicke estudió y enseñó en Oxford. Clérigo anglicano, se hizo católico y hoy pertenece al ordinariato Nuestra Señora de Walsingham. Las entradas de su bitácora destacan por un agudo sentido del humor y un notable manejo de la ironía.
Lo que publicamos ahora es nuestra traducción de un par de entradas de Hunwicke sobre las relaciones entre la Santa Sede y la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Creemos que aporta al tema una perspectiva independiente, por cierto discutible en muchos aspectos, pero que señala el talón de Aquiles de muchas posturas oficiales u oficiosas respecto de la Fraternidad: se oponen a la letra y el “espíritu” ecuménicos del Vaticano II. Dicho de otro modo: vistos los antecedentes ecuménicos de las últimas décadas, no se comprende el maximalismo doctrinal de Roma en cuanto a la aceptación del Concilio. Aunque no somos deterministas, no compartimos -entre otras cosas- el optimismo del autor respecto de S.S. Francisco.
En la relación entre la Santa Sede y la Fraternidad San Pío X, hay un enorme problema de fondo, que es tan obvio que pocas personas lo mencionan. Como miembro de un Ordinariato -otro exitoso esfuerzo ecuménico de Benedicto XVI- tengo un interés natural en esta cuestión y rezo por su solución. Este es el locus standi desde el que formulo la siguiente pregunta.
FSSPX y el Vaticano... ¿es esta una cuestión del ecumenismo o de disciplina interna de la Iglesia? ¿Es la FSSPX un grupo de amados hermanos separados con el que, nosotros, los católicos, debemos, en conformidad con el mandato del Concilio Vaticano II, “estirar cada uno de nuestros tendones” para alcanzar la unidad... porque, con su inmensa riqueza espiritual, tienen tanto que ofrecer a la Iglesia Católica; o es simplemente una porción de la Iglesia latina en una situación canónica irregular, que debe ser completamente aplastada en la cabeza, como los Franciscanos de la Inmaculada, hasta que se arrastre miserablemente?
Tanto la Santa Sede como la FSSPX, en efecto, conspiran para garantizar que se aplique el segundo modelo; Roma, a causa de su inclinación natural a ejercer el control total sobre la Iglesia latina; la FSSPX, ya que cree ser, no sólo una parte de la Iglesia latina, sino incluso la única parte verdaderamente sana y doctrinalmente sólida.
Pero ¿qué sucedería si Roma, al menos, probara el primer modelo? Supongamos que trataran los "problemas" que la FSSPX tiene con el Vaticano II del mismo modo en que Roma trata los "problemas" de los "nestorianos" o de los "monofisitas". Con ellos, Roma es feliz hasta el punto de la euforia firmando acuerdos cristológicos, sin exigirles la aceptación explícita de Éfeso o de Calcedonia. O tomemos a los anglicanos, a quienes, sin aceptar las verdaderas palabras de Trento, se les dijo de parte de varios dicasterios, incluso la CDF, que el último documento (denominado "Aclaraciones") del proceso de ARCIC, en su sección Eucaristía, significaba que "no era necesario trabajar más en esa materia”. O, para decirlo de otra manera: si el único obstáculo entre Roma y las Iglesias rusa y griega fuera Dignitatis humanae, ¿insistiría realmente Roma en que no hay nuevos avances posibles sin la sumisión explícita de los ortodoxos tanto a ese documento como a la "totalidad del Magisterio post-conciliar”?
 (Ahora que lo pienso, dado el afecto que los jerarcas griegos y rusos tienen hacia el concepto de Estado [confesional] ortodoxo, Bizancio redivivum, esta última fantasía mía no es una posibilidad tan inconcebible. ¿Ha leído usted acerca de la última propuesta cambio en la Constitución de Rusia? ¿Podría ser divertido que el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos pidiera a las venerables comunidades de la Santa Montaña [Athos] que elaboraran un comentario doctrinal sobre la Dignitatis humanae, que luego pudiera ser la base para el diálogo entre el Vaticano y FSSPX?)
Los burócratas de la Curia, entonces, tratan al mismo tiempo de conservar el pastel y comérselo. Cuando les conviene, tratan a la FSSPX como a sujetos desobedientes y no como a hermanos separados. Pero cuando las exigencias de la polémica lo requieren, como lo hicieron a finales del año pasado, se habla de la FSSPX como en estado de cisma, o incluso como excomulgada en algún sentido impreciso. Pero harían bien en pensar cuidadosamente acerca de las implicancias que tienen esta clase de declaraciones para el estatuto del diálogo con la Fraternidad. Porque si los miembros de la FSSPX son cismáticos excomulgados, entonces ellos califican para el tratamiento que Unitatis redintegratio prescribe para los hermanos separados (1).
O para decir lo mismo -nuevamente- aunque de otra manera: ¿la política vaticana consiste realmente en esperar un milenio, o medio, para consolidar y hacer cada vez más amarga la ruptura entre Roma y la FSSPX, y, una vez que la ruptura sea suficientemente amarga, definitiva y se haya consolidado en el largo plazo, sólo entonces, pasar a los gestos sentimentales y a los rituales afectuosos de “brazos abiertos”, “queridas iglesias hermanas”, [etc.,] como parte del proceso ecuménico? Sé que hay un viejo dicho que dice que Roma piensa en términos de siglos... ¿pero puede ser este realmente el plan?
¿Existe un plan?
Unitatis redintegratio del Vaticano II se concentra sabiamente en lo que era positivo; en lo que -con seguridad- puede decirse que la Iglesia Católica y otras confesiones tienen en común. (La misma actitud se adoptó hacia las religiones no cristianas.)
Esto era más bien como mirar el vaso de vino ortodoxo diciendo " ¡Qué bien! Está a tres cuartas partes (o más) lleno". Pero en el diálogo entre el Vaticano y la FSSPX, todo el tiempo se ha perdido en un regateo sobre si el vaso de la Fraternidad podría ser un mililitro o dos menos que lleno.
La “maquinaria” del moderno ecumenismo católico no le grita a la Ortodoxia: "ustedes deben aceptar cada palabra de los decretos de Florencia, y todo el Magisterio papal post-florentino". O, si lo hace, usa una voz demasiado baja como para que yo la haya escuchado. Un funcionario de la Curia ha dicho recientemente, de la FSSPX, que "tienen que cambiar su enfoque y aceptar las condiciones de la Iglesia Católica y del Sumo Pontífice". ¿Es esta la forma en que el Vaticano habla a los ortodoxos... o a los metodistas...?
Creo que la situación con respecto a la Fraternidad San Pío X es urgente. Aunque el arzobispo Lefebvre eligió sabiamente a hombres jóvenes para consagrarlos obispos, esos jóvenes tienen ahora 25 años más. Llegará el momento en que tendrán que enfrentar los problemas en torno a la consagración episcopal de sus sucesores. ¿Deberemos, realmente, cuando llegue ese momento, revisar todos los argumentos atrabiliarios e interminables sobre los estados de necesidad y las excomuniones latae sententiae? ¿Hay algún otro grupo eclesial para quien la Santa Sede recete una perspectiva tan lúgubre como camino a seguir para una gozosa reconciliación? ¿No fue Benedicto XVI quien cortó este peculiar nudo gordiano? ¿Y, al hacerlo, acaso no padeció las calumnias de los ignorantes y malintencionados?
El Papa Francisco tiene críticos que creen que su franqueza, su humildad, su deseo de recortar la burocracia, su preferencia por una Iglesia que hace algo, incluso si se cometen errores, no es más que “relaciones públicas”, todo imposturas. Creo que esos críticos no tienen razón. Pienso que es alguien sincero y lleno del espíritu de oración.
Pero la crisis que enfrenta es mayor de lo que se suele suponer. Si Roma simplemente no puede lograr un acuerdo con la FSSPX, con la que tiene en común todas las definiciones dogmáticas de todos los concilios ecuménicos, y también las definiciones ex cathedra de los romanos pontífices, ¿qué posibilidad real existe de que alguna vez vaya a avanzar con iglesias y comunidades cristianas doctrinalmente más distantes? La posibilidad misma de reconciliación eclesial, de redintegratio unitatis, está en juego. Si Roma puede llevarla a cabo con la FSSPX, entonces cualquier cosa puede suceder. Pero si no... Clío espera con ansiedad...
Puedo pensar en una poderosa razón por la cual Francisco es el hombre para concluir con este episodio. Si Benedicto lo hubiera hecho, todos los predecibles bobos de los medios católicos y no católicos habrían dicho que tal cosa sólo era una prueba más de su carácter ultra-reaccionario. Francisco, si lo resuelve, creará una confusión masiva entre los bobos predecibles, pero su reputación actual en los medios le permitirá, por así decirlo, salirse con la suya. Esta vez, a los inicios de su pontificado, es el momento, el kairos divino, para tal acción, que puede muy probablemente no volver a ocurrir. (Existe evidencia de que los comentaristas más perspicaces en los medios progresistas están empezando a ver a través de su persona.)
El Santo Padre tiene abierta la posibilidad de resolver el "problema" de la FSSPX en cuestión de días. El Romano Pontífice concede regularmente una audiencia, creo que el viernes por la noche, al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El próximo viernes, él podría dar sus órdenes al arzobispo Müller. Durante la próxima audiencia, podría firmar los documentos (2). El miércoles siguiente, en la audiencia general, al besar a los bebés y abrazar a los lisiados, podría abrazar en público a Su Excelencia Mons. Fellay y a los otros líderes de la FSSPX, frente a todas las cámaras del mundo y a los periodistas que se rascan la cabeza. Y, del mismo modo que electrizó al mundo con su elección de los pies para lavar y besar en su primer Jueves Santo, Francisco podría utilizar una docena de jóvenes clérigos de la Sociedad en el pedilavium de su segundo jueves Santo. (Después de todo, Pablo VI, cuando tenían en ​​Roma los festejos para celebrar la remisión de las excomuniones de 1054, desconcertó al pobre Metropolita Melitón buceando en el suelo y besando sus pies... la humildad... usted sabe que tiene sentido…).
Luego podría pronunciar un discurso sobre la reconciliación. Podría pasar a la historia como el discurso de la barba de Aarón.
O, si el Santo Padre no es lo suficientemente osado, o no es de igual modo su propio maestro, para ser capaz de llegar a esto, la remisión de la excomunión del arzobispo Lefebvre sería un primer gesto amigable.
Y cuanto más inanes o infantiles creas que son mis observaciones y opiniones, tanto más pienso que deberías dejar las risitas y hacer frente a las preguntas que planteé más arriba: ¿existe un plan, que no sea el de esperar que las próximas décadas se transformen en siglos y que la ruptura se vuelva una roca inamovible? Y: ¿es este el modelo de ecumenismo del Vaticano II?

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(1) Esto tiene también un aspecto pastoral y canónico. Los escritores anti-FSSPX comúnmente afirman que los matrimonios de la FSSPX no son válidos. Pero si FSSPX está fuera de la Iglesia, entonces son tan válidos como los matrimonios metodistas o luteranos. Y las absoluciones son tan válidas como praxis del Vaticano considere que lo sean las absoluciones de los ortodoxos. ¿No sería, de todos modos, un gesto pastoral admirable en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que Roma a concediera facultades en estas materias [sacramentales] a los sacerdotes de la FSSPX y emitiera una sanatio de todos los matrimonios anteriores de la FSSPX? Tendría misma grandeza, la misma generosidad, como la remisión de la excomunión por el Papa Benedicto XVI.
(2) Como han señalado a menudo observadores vaticanos, la solución obvia es garantizar a la FSSPX, precisamente, lo que, de facto, ya tiene. Esto preservaría la Santa Sede de la indignidad de una negociación, y reduciría considerablemente el riesgo de una división dentro de la FSSPX. Es preciso incluir dos disposiciones adicionales, tomadas de Anglicanorum coetibus: (1) requerir a la FSSPX la consulta  con los ordinarios locales sobre la evolución de su misión, pero sin dar a esos ordinarios ningún derecho de veto real; y (2) proporcionar para su eventual consagración como obispo, siempre a sugerencia de la Fraternidad, una terna de candidatos enviar a Roma, toda vez que se produzca una vacante episcopal. Así podría nominarse a un sustituto para el obispo Williamson.

Fuente:

14 comentarios:

Anónimo dijo...

1.
No deja de resultar ciertamente curiosa esta esquizofrenia: Por un lado, tanta inteligencia y habilidad para engranar lógica y retóricamente los argumentos. Por otro, tanta incapacidad para ver hechos evidentes.

El autor, hábilmente, muestra que la FSSPX o está o no está en cisma. Si lo está, hay que aplicarle Unitatis redintegratio. Si no lo está, no puede seguir siendo tratada como si lo estuviera. Hasta ahí, todo perfecto.

2.
Sin embargo, al autor parece escapársele que para Roma es indiferente si la FSSPX está en cisma o no. Lo que verdaderamente le importa es salvar el Concilio Vaticano II.

Pasado medio siglo, va muriendo la generación conciliar. Las iglesias, están cada vez más vacías. Los babyboomers, y su descendencia cada vez más magra, otro fruto tóxico del Concilio, abandonan en tropel sus parroquias para volver sólo con los pies por delante.

Terminado el huracán Wojtyla de viajes, poses, fotos y espíritus de Asís, los templos han seguido igual que antes: cada vez más vacíos. Y los católicos todavía más tibios. Así, frente a la primera ley del aborto en España, la Iglesia en España se manifestó con fuerza. Frente a la tercera ¡va y la aplaude "sotto voce"! El taranconismo político maritainiano, como la idea de Hegel, se va haciendo a sí mismo a lo largo del devenir histórico, sustituyendo al ser católico.

La misión de Benedicto XVI ha sido la de vestir a la criatura con ropajes algo más "clasicos" para ver si así satisfacía los gustos aparentemente "tradicionales" de quienes todavía practican la religión de sus antepasados. Su plan no podía ser más claro: crear una misa híbrida para establecerla como el único rito extraordinario válido. Otra vez Hegel: tesis, antítesis, síntesis. Solve et coagula.

El plan no ha debido de ser del gusto de todos, porque Benedicto ha acabado dimitiendo y siendo sustituido por un nuevo Papa y una nueva pastoral. Un Papa y una pastoral que fueron candidatos de mons. Carlo María Martini en el anterior cónclave.

Nueva pastoral a la que le importa un bledo si la FSSPX está en cisma o no. Lo que de verdad le importa es que deje de existir para que deje de poner en peligro en sacrosanto concilio Vaticano II.

Y para lograr que la FSSPX deje de existir hay tres alternativas: o se le transforma en un grupo Ecclesia Dei bajo la figura de la prelatura personal, o se les somete a una negociación infinita de tal forma que acabe por disgregarse en infinidad de grupúsculos irrelevantes o, lo más probable, un mix de ambas.

3.
Una vez leída Evangelii Gadium, como una vez leída la Introducción al Cristianismo, todos sabemos en qué creen estos papas. Y viendo qué es lo que hacen, todos sabemos cómo actúan.

Todos, menos el autor del texto, que parece desconocer lo uno y ser incapaz de ver lo otro.

Como ejercicio retórico, no está mal. Como reflexión en búsqueda de la verdad, es un fracaso, si es que no una estafa intelectual.

Dado que el autor no parece ser un zote, y tampoco parece ser mala persona, entonces ¿cómo interpretar sus palabras...?

Pues como lo que son: como un aviso dirigido a los fieles, más que a unas autoridades de Roma a las que sabe que no va a influir en lo más mínimo.

Este texto es una defensa "prudente" de la Tradición. Pero es tan sumamente prudente que sólo lo entenderán precisamente aquellos que, por ya conocer la situación de la Iglesia, no necesitan leerlo.

Cougar.

Acolythus Exorcistae dijo...

Según me han comentado de buena fuente, una vez, por una cuestión de subsidios, el gobierno argentino consultó al episcopado si la FSSPX pertenecía a la Iglesia Católica o no. Se dice que el primer voto afirmativo fue del Cardenal Bergoglio. No obstante el episcopado argentino se definió por la negativa.

Acolythus Exorcistae dijo...

Por otro lado creo que más que un mililitro o dos, entre la FSSPX y Roma, hay más bien miles de litros...

Acolythus Exorcistae dijo...

Y además... creo que el autor olvida que la FSSPX no pretende un acuerdo meramente práctico, sino además un acuerdo doctrinal. Creo que esto último es lo esencial de la cuestión.

sofronio dijo...

Osea; este despistado plantea que si Jasón no pudo concluir la tropelía de terminar con los macabeos, sea este émulo de Alcimo apoyado en el sanguinario Báquides, quien concluya la obra de la unidad. Unidad ¿en qué? Si Alcimo, contra natura, lograra tal objetivo se concluirían dos cosas:

-Todo el catolicismo hasta 1962 estuvo errado o la verdad no existe, evoluciona. A la m...la filosofía de Aristoteles y Santo Tomás.

-Los macabeos modernos no eran tales; sólo un espejismo de unas décadas. La columna vertebral del catolicismo se habría derrumbado. Con lo cual cabe preguntar lo que un sacerdote le pregunto, según cuenta, a Mons. Tissier: "¿Mons. que diferencia hay entre la FSSPX y los grupos Ecclesia Dei?"...después de un minuto de pensarlo cuenta que le respondió: "no lo sé".

-la Herencia Jonatas, al fin, se verá reducida a ámbitos domésticos e individuales. Este es el Kairos. "Cuando vuelva el Hijo del Hombre creéis que hallará fe sobre la tierra?". Señor, en Roma al menos habrá fe en Prometeo, pero dudo, hoy mismo, que la tengan en Vos.

Sólo hay una solución: La Cruz; resistir hasta la muerte.Quien esté cansado que se siente o camine al desierto de penitente. La Verdad no admite componendas.

No puede haber ninguna coyunda entre Cristo y Belial. No digo que Bergoglio sea Belial, pero representa su posición.

Qué diferencia entre este padre John Hunwicke y San Pablo Ermitaño, que quiso morir con la capa del excomulgado San Atanasio

Nausas producen estas posiciones de tantos santitos tontitos de carrillos colorados.

Nota:
Jasón= aspirante al Sumo Sacerdocio mediante la traición.

Alcimo=otra rama que aspiraba al Sumo Sacerdocio y que se apoyó en el sanguinario brazo secular de Báquides.

Anónimo dijo...

Hunwicke se está haciendo lefe:

For Lefebvre, his four consecrands would enable 'Operation Survival' to endure until Rome returned to Orthopraxy, when the bishops would place their episcopate in the hands of the Holy Father. The Archbishop was determined not to be a schismatic; and had he purported to assign jurisdiction to the Four, he would have been just another new schismatic setting up his own new 'church'.

http://liturgicalnotes.blogspot.ca/2014/01/cryptolefebvrianism-1.html

Anónimo dijo...

El cura gringo tiene razón, aunque no sea el primero que lo diga, ni quien mejor lo haya expresado. Sin embargo, es claro y terminante.
Poco interesa si Panchito 1º será quien reduzca este problema de la Iglesia o no, pues lo que queda verdaderamente expresado con toda claridad entre líneas, es que en en Vaticano no existe voluntad de llegar a ningún acuerdo en nada.
Sobre las platabandas conciliares, no quedaba más remedio que tolerar y aceptar a la FSSPX; la cerril enemistad desenvuelta por Roma, solo ha probado hasta la saciedad que no existe la menor intención de hacerlo. Desde Paulo VI para acá y con la notable excepción de S. S. Benedicto XVI, nadie quiso resolver el problema, ni siquiera enfrentarlo tal cuál es, como lo señala el cura inglés.
Luego, toda conjetura sobre el futuro debe contar con este dato precioso: Roma NO DESEA UN ACUERDO.
Se sabe desde siempre -palabrotas aparte, como esa inagotable tontera del "cisma"- que es un problema interno de la Iglesia Católica; y todavía algunos, avanzan afirmando que se trata de algo vinculado a la destrucción intencional de la Iglesia Católica, fin al cual no colabora la FSSPX, y que cuenta con miríadas de tontos e ignorantes, disciplinados tras una veneración idolátrica de las opiniones personales del pontífice romano. Como decía Castellani y copian Uds. en uno de sus márgenes, eso es fetichismo africano y no catolicismo.
Así pues, tal cual lo ha demostrado la breve y accidentada carrera de S. S. Benedicto XVI, el problema principal en todo esto y casi diría, único, es: La Misa.
La Misa y todo aquello que la circunda como flujo de gracias sacramentales.
Si esta noticia está o no en el Apokalysis, vaya uno a saberlo con certeza, pero que es así, ya no cabe duda alguna.
El cura inglés, simplemente, ha explicado las sinrazones del asunto para que podamos ver, en toda su diafanidad, una conjura contra la Iglesia como nunca ha existido.
Y que está teniendo exito.
L. b-C.

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO: Sobre este tema creo interesante recordar unas palabras de Benedicto XVI: “A veces se tiene la impresión de que nuestra sociedad tenga necesidad de un grupo al menos con el que no tener tolerancia alguna; contra el cual pueda tranquilamente arremeter con odio. Y si alguno intenta acercársele –en este caso el Papa- también él pierde el derecho a la tolerancia y puede también ser tratado con odio, sin temor ni reservas”

Carta de Benedicto XVI que acompaña el Motu proprio Summorum Pontificum, 7 de julio 2007

Anónimo dijo...

Me ha gustado el artículo.

Ludovicus dijo...

Sin ánimo de defender el doble standard, hay que confesar que tiene una lógica interna implacable, que viene de la época de Pablo VI, cuando éste dio la orden de no sancionar a nadie, al par que descargaba mandoble tras mandoble contra Monseñor Lefebvre.
Es la lógica del "pas d´énemies a gauche": el progresismo sólo puede excluir a quien excluye. El relativismo tiene que ser implacable con el que afirma valores absolutos. Es imposible que el relativismo no devenga en dictadura contra quienes afirman una verdad. El ecumenismo no puede funcionar con quienes no son ecumenistas. Lo exige la dictadura del relativismo.

Juan dijo...

Sofronio dixit:

"Todo el catolicismo hasta 1962 estuvo errado o la verdad no existe, evoluciona."

Ni lo uno ni lo otro. Simplemente hay un magisterio permanente y otro contingente. La doctrina sobre este tema fue desarrollada por el cardenal Ratzinger, prefecto de la CDF, en la instruccion Donum Veritatis de la CDF de 1990, en la seccion 24, y por Benedicto XVI, PP, en el discurso a la Curia Romana del 22/12/2005, en el pasaje que cito:

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Es claro que en todos estos sectores, que en su conjunto forman un único problema, podría emerger una cierta forma de discontinuidad y que, en cierto sentido, de hecho se había manifestado una discontinuidad, en la cual, sin embargo, hechas las debidas distinciones entre las situaciones históricas concretas y sus exigencias, resultaba que no se había abandonado la continuidad en los principios; este hecho fácilmente escapa a la primera percepción.

Precisamente en este conjunto de continuidad y discontinuidad en diferentes niveles consiste la naturaleza de la verdadera reforma. En este proceso de novedad en la continuidad debíamos aprender a captar más concretamente que antes que las decisiones de la Iglesia relativas a cosas contingentes —por ejemplo, ciertas formas concretas de liberalismo o de interpretación liberal de la Biblia— necesariamente debían ser contingentes también ellas, precisamente porque se referían a una realidad determinada en sí misma mudable. Era necesario aprender a reconocer que, en esas decisiones, sólo los principios expresan el aspecto duradero, permaneciendo en el fondo y motivando la decisión desde dentro.

En cambio, no son igualmente permanentes las formas concretas, que dependen de la situación histórica y, por tanto, pueden sufrir cambios. Así, las decisiones de fondo pueden seguir siendo válidas, mientras que las formas de su aplicación a contextos nuevos pueden cambiar.

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Anónimo dijo...

Ludovicus:
pero entonces, ¿no surge inevitable la paradoja y la contradicción?: si digo que no hay verdad absoluta, estoy proclamando una verdad absoluta: si digo que todos deben ser tolerados en la Iglesia pero -por la razón que fuere- excluyo a alguno, ya soy un intolerante y contradigo el "dogma" de la tolerancia que proclamo.

Armando Broncas

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO: Es la contradicción que engendra el relativismo cuando dice que todo es relativo está afirmándose a sí mismo como algo absoluto. Y lleva la contradicción a la práctica cuando excluye -y persigue- a quienes afirman verdades absolutas que de suyo no han sido inventadas sino que pertenecen a la época anterior a aquella en que el relativismo alcanzó la posición de verdad oficial.

Ludovicus dijo...

Efectivamente, es una contradicción, como reveló de una vez y para siempre el Teetetes cuando Protágoras es destrozado por Platón. All is in Plato.
La única actitud coherente del relativista es la de Pirrón: negarse a afirmar cosa alguna y retirarse a una cueva.
Pero la realidad revela que se puede vivir en la incoherencia.
Pero la realidad revela que la fuerza si bien no es un argumento, permite prevalecer a la voluntad sobre la razón.
Pero hay que vivir, y entonces bajo el sofista está el tirano, como se dijo mucho antes de Ratzinger. Voila la tiranía de los ecumenistas, sin mayores escrúpulos por la inconsistencia en la que viven.
Es su tiempo. No siempre la voluntad sujetará a la razón, ni la violencia a la fe.