viernes, 3 de enero de 2014

El profeta negro

Por Ángel Ayala, SI.
Unos ojos que todo lo vieran negro serían ojos que no vieran nada. Todo negro, negro, sería un defecto de visión: algo que estaba en los ojos, no en los objetos.
Así hay entendimientos que no aprecian sino la parte sombría de los hechos y de las ideas. Cuando se fijan en los sucesos de actualidad, instintivamente se clavan en lo triste, en lo desagradable, en lo terrorífico, en lo inmoral. Todos los objetos, las personas y los hechos tienen luces y sombras, pues esos ojos son unas cámaras oscuras que lo reproducen todo menos la luz.
¿Y qué diremos del horizonte, de lo que está lejos, de lo futuro? Todo son visiones de males fieros. A veces, el Profeta Negro toma una idea, cogida del ambiente social o político, y de ella saca consecuencias y consecuencias cada vez más aterradoras. Y como ve con evidencia que se eslabonan unas con otras fatalmente, se figura que en el orden de los hechos ha de pasar lo mismo, y vaticina como un verdadero vidente.
No hay más sino que la lógica de las ideas que es una y la de los hechos otra, totalmente diversa y a veces contradictoria. La lógica de las ideas es como una cadena de hierro, cuyos eslabones se enlazan inquebrantablemente. La lógica de los hechos es una cadena de barro, que se quiebra con cualquier cosa. En el orden doctrinal, el ateísmo, cuando se atraviesa la adversidad en la vida, lleva lógicamente al suicidio; en el orden práctico, se quiebra la lógica por el instinto de conservación.
De manera que el Profeta Negro ni ve lo presente ni lo futuro; lo presente, porque en la naturaleza no se da todo de un solo color, y lo futuro, porque el porvenir no es el resultado de unas consecuencias lógicas, sino de un conjunto de caprichos y de pasiones, de virtudes y de defectos, de ideas falsas y de ideas verdaderas, de incongruencias de conducta e inconsecuencias palmarias.
El Profeta Negro no tiene memoria. Un día sí y otro no vaticina cosas horrendas, y las cosas horrendas no llegan. Pero la falsedad de sus pronósticos ni le impresiona ni la advierte. Cuando deja de cumplirse un vaticinio, ya está preocupado con el presagio de otro suceso futuro inminente.
El Profeta Negro es indolente. Nadie le hace moverse para nada; ¿para qué, si todo está perdido? Sus dos lemas favoritos son: cuanto peor, mejor; o todo, o nada. Es decir, húndase todo y así estaré más cerca de mi ideal, sin necesidad de que yo trabaje ni me moleste. O todo o nada; es decir, como lograrlo todo es un mito, nos quedaremos con no hacer nada para no trabajar en balde.
Cuanto peor, mejor: es notable la seguridad con que muchos afirman: «¡Aquí tiene que venir algo gordo! Sin una cosa muy gorda no hay remedio para nuestros males».
Ha de ser algo tremendo, pero que durará poco. Ahora bien; pasado ese bautismo de sangre vendrán días de bonanza.
De manera que no sólo es inevitable, sino necesario que ocurra una catástrofe; si no viene, nos fastidiaremos. Pero es el caso que ya vino, y como el ideal de muchos no ha llegado, ahora esperaremos otra hecatombe. De modo que ya se sabe: a fuerza de hecatombes llegaremos al ideal.
Alegrarse de que se agraven los males de la sociedad para que sane, suele ser una inconsciencia. Y, en definitiva, suele reducirse a este sentimiento: ¡gracias a Dios que todo se va a arreglar sin que yo me moleste lo más mínimo!
Conducta que San Pío X tacha de traición cuando, en carta al Arzobispo de Toledo le dice: «Cooperar con la propia conducta o con la propia abstención a la ruina del orden social, con la esperanza de que nazca de tal catástrofe una condición de cosas mejor, sería actitud reprobable, que por sus fatales efectos se reduciría casi a traición para con la religión y con la patria».
O todo o nada. Ésta es la otra norma del Profeta Negro. Y no se ve la disyuntiva; o todo o nada. No, señor; o parte; en la práctica, nadie aplica ese principio.

9 comentarios:

J dijo...

Yo sólo sé que cada mañana al tocar el suelo siento la sangre de los niños muertos llegar hasta mis rodillas.
Pido a Dios misericordia.
No soy profeta, no vaticino males peores. No hay nada peor posible que este Baal de escalas industriales, y todo lo vaticinado ya está cumplido. Falta que Cristo vuelva. Y algún día volverá, dentro de un minuto o dentro de mil años. Volverá. Por eso no es todo negro, y en eso reside mi alegría.

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO: Pues a esperar que la lógica imprevisible de los hechos nos muestre la salida de esta situación. Colaborando a ello, por supuesto.
Porque de la lógica de las ideas a la moda no creo que se pueda esperar nada distinto de lo que tenemos.

Martin Ellingham dijo...

Habría que rechazar el quietismo parusíaco: no hagamos nada, porque la segunda venida es inminente. Hagamos todo el bien posible y dejemos la segunda venida en las manos de Cristo que sabe el día y la hora.
Saludos.

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO a MARTIN: Comprendo que el tema es complejo para resolverlo en unos comentarios pero ¿la postura que yo propongo le parece afectada de ese quietismo parusíaco? Y lo digo -como diría el caradura de Felipe Glez.- sin acritud porque honradamente es que no veo otra salida: hacer todo lo que esté a nuestro alcance pero con la conciencia de que humanamente hablando no hay salida cuando, por poner un ejemplo entre tantos posibles, se reunen los cardenales en cónclave y eligen a quien eligen. O tal como está la vida religiosa a los únicos a quienes se "empapela" es a los Franciscano de la Inmaculada. Y no sigo...

Martin Ellingham dijo...

No, Pedro, no veo que su postura sea de quietismo apocalíptico. Es realista: las cosas son como son. La realidad debe primar sobre nuestras percepciones. En el quietismo apocalíptico la percepción prima sobre lo real.

Miles Dei dijo...

Pues yo discrepo totalmente el o todo o nada es necesario aplicarlo bastantes veces en la práctica en momentos clave. De ejemplos está llena la historia. Lo que uno no puede hacer es evadirse del orden social en el cual está inmerso como animal político, pero puede jugar su acción social al todo o nada de forma práctica sin con ello abstraerse.





Martin Ellingham dijo...

Miles:
Es que jugarse al todo nada, en determinadas circunstancias, puede ser el mejor bien posible. Pienso que lo que el artículo impugna es el "todoonadismo" paralizante y a priori.
Saludos.

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANOa MILES: Pues yo no le respondo nada porque la verdad es que no entiendo qué quiere decir. ¿Quién ha hablado aquí de "evadirse del orden social en el cual está inmerso"? Me da la impresión de que se le ha pegado algo del estilo literario de cierto eclesiástico romano.

Miles Dei dijo...

Martin me ha entendido perfectamente.