jueves, 16 de agosto de 2012

Torquemaditis


Un lector de nuestra bitácora, “el gaucho de Realicó”, nos envía esta nota sobre la calificación de opiniones como heréticas.  
“Para calificar a una persona o un escrito…, ¿debe aguardarse siempre el fallo concreto de la Iglesia docente sobre tal persona o escrito? Respondemos resueltamente que de ninguna manera…La Iglesia es la única que… definitivamente y sin apelación puede calificar doctrinas… Ahora bien, esto se refiere al fallo último y decisivo Mas no excluye para luz y guía de los fieles otros fallos menos autorizados, pero sí también muy respetables, que no se pueden despreciar y que pueden hasta obligar en conciencia… puede el simple fiel desconfiar ya a primera vista de una doctrina nueva que se le presente, según sea mayor o menor el desacuerdo en que la vea con otra definida. Y puede, si este desacuerdo es evidente combatirla como mala…Lo cual no es hacerse pastor del rebaño, ni siquiera humilde zagal de él: es simplemente servirle de perro para avisar con sus ladridos” [Félix Sardá y Salvany, El liberalismo es pecado, c. XXXVIII, pp. 137-39].
Sin embargo, para que un simple fiel pueda decir que otro es hereje, antes del juicio de la Iglesia, debe cumplir algunas condiciones:
Primera. La doctrina falsa debe estar en oposición manifiesta y directa contra una verdad que ciertamente debe creerse con fe divina y católica.
El CIC de 1917 define la herejía como la negación pertinaz de una verdad [c. 1325] y enseña que ninguna doctrina debe tenerse por de fe divina y católica si ello no consta de modo manifiesto [c. 1323]. Herrmann resume la doctrina común de los teólogos precisando que la proposición herética es aquella que se opone de manera directa, cierta y manifiesta a una de esas verdades [Inst. Theol. Dogm., I, 32].
Segunda. Se requiere certeza moral de que el acusado percibe un conflicto directo entre su opinión y la enseñanza de la Iglesia.
San Alfonso María de Ligorio: “Nadie es hereje en cuanto está dispuesto a someter su juicio a la Iglesia, o ignora que la verdadera Iglesia de Cristo sostiene lo contrario, lo mismo que si defiende su opinión ´erre que erre´ como consecuencia de una ignorancia culpable o crasa” [Theol. Moral., lib. 3, n. 19].
Tercera. Un tal juicio obliga en conciencia sólo a quien lo formula con pleno conocimiento de causa y a nadie más.
Cuarta. Por caridad, debe uno inclinarse –dentro de lo razonable- en favor del sospechoso y solamente como último recurso llegar a la conclusión de que alguien es hereje.
Si en la valoración de los hechos debemos buscar conformar nuestro juicio con la verdad objetiva, cuando juzgamos a los hombres Santo Tomás nos recuerda que “debemos tender más bien a juzgar bueno al hombre, a no ser que haya una razón manifiesta para lo contrario” [Suma de Teología, II-II,  Q. 60, A. 4].
Por lo anterior, tenemos que evitar:
1) Denominar herejía a un error que se opone a una doctrina enseñada por la Iglesia pero que no es de fe divina y católica o que no consta con certeza que pertenezca a esa categoría.
2) Llamar herejía a un error que se opone a una doctrina de fe divina y católica cuando esa oposición no es directa y manifiesta, sino que depende de un raciocinio de varios pasos. En estos casos, es mejor no usar la calificación de herejía antes del juicio definitivo de la Iglesia.
3) Acusar de cisma o herejía a quienes, sin abrazar la herejía en cuestión, se niegan a calificarla como tal o a considerar herejes a los partidarios de esa opinión, pues prefieren esperar un juicio formal de la Iglesia.
5) Afirmar la presencia de pertinacia cuando se pueden encontrar otras explicaciones razonables.

22 comentarios:

Miles Dei dijo...

Por la segunda razón, apoyada por la cuarta, nadie que diga que su opinión está dentro de la fe de la Iglesia y trate de defenderla como católica es hereje. De ahí que en la práctica ante la criptoherejía en el discurso teológico sólo el juicio de la autoridad eclesiástica es el que permite llamarlo hereje.

Pero esto es pedir peras al olmo de la condición humana, visto los estacazos de jesuitas y dominicos en el siglo XVII.

Rigoberto dijo...

Pues para mí que lleva toda razón Luis Fernando Pérez de Bustamante: los lefebvrianos son herejes. Punto pelota.

Walter E. Kurtz dijo...

Es más, acusar a alguien de hereje, sin tener autoridad para ello, conllevaba, en tiempos mejores, la excomunión automática.

Miles Dei dijo...

Por cierto, ¿hay alguna condena por herejía en la Congregación para la Doctrina de la Fe desde su reforma conciliar?

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO A MILES: Hay una descalificación de Hans Küng. Y también creo hay algo de un jesuita indio sincretista. Y, si no me equivoco, también llamaron a capítulo a B. Haring.No sé si hay más ni tampoco si estos casos equivalen a una condena por herejía.
No sé de otros casos.

Walter E. Kurtz dijo...

Es que tampoco ha habido muchas "condenas por herejía" propiamente dichas antes.

Lo que han existido son condenaciones de proposiciones heréticas, erróneas, dudosas, aventuradas, etc., sin nombre (la mayoría de las veces) o con él.

Y, de entre las posconciliares, están las que dice P. Hispano y que son bastantes: Anthony de Melo, Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Bernard Haering, Hans Küng. Esas a nivel CDF. Luego las ha habido a nivel local.

Miles Dei dijo...

O sea, propiamente no hay herejes condenados como tales por la Iglesia del concilio para acá. Luego no hay herejes después del concilio. Por mucho que las obras de algunos autores hayan sido descalificadas eso no implica una condena por herejía, que conllevaría propiamente la declaración de la excomunión latae sententiae.

Sin embargo es la época donde más abunda la herejía en la Iglesia y campa a sus anchas sin encontrar apenas oposición (a lo mejor no tengo caridad por constatar esto). Curioso ¿verdad?


Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO a MILES: Es que esa sería una de las claves -quizás "la" clave- de la crisis de la Iglesia. Porque el hecho que Vd. indica alcanza su climax en el nombramiento de Gerald Muller que en vez de ser declarado hereje es nombrado prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. La zorra "cuidando" las gallinas.

sofronio dijo...

Ante la catástrofe presente, de tener, por ejemplo ,un guardián de la fe como Müller ¿ Qué diré, entonces? ¿tendré que esperar a que pronuncie con exactitud “no creo en la presencia real de Cristo en el Sacramento del Altar”, para calificar sus escritos de herejía? ¿ sólo entonces? ¿ Es que ya no es herejía explicar un dogma de forma no católica? Si así hubieran actuado San Sofronio y San Máximo o San Atanasio, hoy todos monotelistas o arrianos, salvo gracia extraordinaria de Dios. No creo que estemos en nuestros tiempos mucho mejor.
Unas palabras de Fr. Frederick William Faber en el siglo XIX , quizás nos vienen bien
“Sin embargo, ¡qué poco comprendemos su enorme malicia!(de la herejía) Se trata de una mancha en la verdad de Dios, que es la peor de todas las impurezas. Sin embargo,¡qué poco caso hacemos de ella! La vemos y quedamos tranquilos. La palpamos y no temblamos. Nos vemos envueltos por ella, y no tenemos miedo. Vemos que llega a tocar las cosas sagradas y no tenemos percepción de sacrilegio. Respiramos su hedor, y no mostramos signos de aversión o repugnancia. Algunos se muestran amables con ella, y otros incluso atenúan su culpa. No amamos a Dios lo suficiente como para estar celosos de su gloria. No amamos a los hombres tanto como para sentir por sus almas una verdadera caridad.
Como hemos perdido el tacto, el gusto, la vista, y todos los sentidos propios de una mente espiritual, podemos vivir en medio de esta plaga odiosa, tranquilamente, imperturbablemente, reconciliados con su inmundicia , no sin profesar con liberalidad cierta jactanciosa admiración, tal vez incluso mostrando solícitamente una tolerancia simpática.
¿Por qué estamos tan por debajo de los santos antiguos, e incluso de los modernos apóstoles de tiempos recientes, en la mayoría de nuestras conversaciones? ¿Se debe a que nos falta el rigor de la antigüedad? Necesitamos el espíritu de la antigua iglesia, el genio eclesiástico de la antigüedad. Nuestra caridad es falsa porque no es severa, y es poco convincente, porque es falsa.
Somos tan mezquinos que nos sorprendemos de que nuestras medias verdades no hayan logrado el efecto de la entera verdad de Dios. Donde no hay odio a la herejía, no hay santidad.
Un hombre, que podría llegar a ser un apóstol, se convierte en un miembro enfermo de la Iglesia por falta de una justa indignación. “

Rigoberto dijo...

Si alguien tenía dudas sobre la ortodoxia del próximo cardenal Müller él mismo las ha disipado:

http://www.intereconomia.com/blog/cigueena-torre/monsenor-mueller-nuestra-fe-catolica-muy-clara-20120811

Miles Dei dijo...

La fe de Müller es tan oscura como oscuras son su afirmaciones de los dogmas en ese mismo texto donde dice proclamar el dogma. No obstante:

A) La herejia modernista no consiste en la negación del enunciado del dogma sino en negarlo en su exposición teológica mediante la manipulación del lenguaje.

B) Müller en esos textos enuncia el dogma de forma imprecisa de manera que no se entiende tan claramente como se da a entender. En el dogma de la virginidad durante el parto se puede entender perfectamente que lo que afirma es la maternidad divina durante el parto y en el de la transubstanciación desaparece el determinante de substancia "of" delante de la sangre y el cuerpo que sin embargo antes pone sin problemas en el pan y en el vino, de modo que la traducción correcta al español es "substancia del pan y del vino se convierte en substancia cuerpo y sangre de Cristo" lo que deja indeterminado el objeto de la transubstanciación o lo que los escolásticos entendían como res et sacramentum en la Eucaristía. ¿Confesión fenomenológica del domga? ¿Error de transcripción o lapsus linguae? A saber.

C) El problema radica, como se afirma en A, en la exposición teológica de Müller. El no cree en la virginidad perpetua por mucho que la confiese, sino que entiende que la virginidad perpetua es la reconstrucción milagrosa de las entrañas de María después de un parto normal donde habría dejado de ser virgen. Eso es herético.
En la Eucaristía le pasa lo mismo pero es más complicado de explicar porque el parte de la fenomenología y por tanto la substancia tal como la entiende no es aquella que Trento tenía en mente.

Y esto se debate con él cara a cara en una entrevista seria y no una promoción propagandística como esa que tan bién han sabido hacer los herejes de todos los tiempos, empezando por Arrio, primer especialista en deformar el lenguaje de la fe mientras profesaba el credo apostólico.

Si hubiera teólogos con algo de verguenza en la Iglesia y valentía para no quedar mal serían capaces de llevar a monseñor prefecto a ese tipo de debate a él y a toda la caterva que piensa similar.

Miles Dei dijo...

Por si no pillan la sutileza del "of" desaparecido:

Our Catholic faith is very clear that at the consecration during Mass a change occurs so that the whole substance of the bread and wine is changed into the whole substance body and blood of Jesus Christ


whole substance of the bread and wine

whole substance body and blood of Jesus Christ


Como decía la Pascendi: "viri loquentes perversa".

Walter E. Kurtz dijo...

Una cosa es 1) declarar una proposición como herética y 2) otra muy distinta el declarar que alguien es hereje.

1) Es cosa que se puede hacer en el ámbito que corresponde: el académico en la etapa de denuncia, deliberación, investigación, especulación, etc., y en el del proceso canónico una vez iniciado éste.

Pero esto no lo convierte a uno en hereje. De hecho grandes santos y doctores de la Iglesia han visto, a lo largo de los siglos, proposiciones suyas condenadas como heréticas; desde Santo Tomás de Aquino hasta los beatos Taulero y Suso.

2) Para que alguien sea hereje hace falta una palabrita muy importante: "pertinacia". Una vez que sus proposiciones han sido condenadas como herejía por quien tiene autoridad por hacerlo, el reo se "obstina" en ello. Eso en el proceso, y bajo circunstancias muy precisas. Finalizado el mismo, hay sentencia de excomunión (no es automática como dice Miles).

En los casos de arriba, no se ha llegado en ningún caso a esto. (Y aún así habría que ver qué sentido tiene una condena de herejía en estos tiempos secularizados; pero eso es otro asunto.) En el caso de Boff o Küng, por ej., se les prohibió enseñar oficialmente (se les retira la licencia de teólogos). Eso en el caso germano implica la imposibilidad de enseñar Teología en una Universidad, lo que no es poco. En el caso del ex franciscano brasileño, éste "colgó" los hábitos, por lo que las sanciones se volvieron inefectivas.

En el caso de Melo, creo que ya estaba muerto, por lo que queda librado al juicio de Dios. Por su parte, B. Haering, convencido o no, corrigió las proposiciones heréticas, lo mismo que G. Gutiérrez; por lo que nada se puede hacer sino iniciar un nuevo proceso (lo que tanto hoy como hace siglos es dificilísimo) o demostrar que no cumplió.

En cualquier caso, hoy en día, cuando cualquier tipo de pena canónica en este ámbito funciona como condecoraciones que impulsan las ventas de los susodichos, incluso en librerías "católicas", habría que ver el efecto que realmente tienen, si no terminan escandalizando más al verse "promocionados" ante los medios seculares y secularizados.

Así como no veo excomuniones contra los que escriben herejías, tampoco las veo contra los que andan por ahí soltando el mote de "hereje" con todo tipo de inexactitud y desfachatez, sea en páginas infocatólicas como en páginas infocaóticas.

Me indigna lo de Müller (y no de ahora, cualquier puede consultar los comentarios que escribí hace bastante tiempo en Infocatólica cuando publicaron sus primeras declaraciones escandalosas). Pero propiamente hablando no podemos tildarlo de hereje. A lo más, podemos decir que ha expresado opiniones heréticas en 2 ó 3 puntos, y que sus "retractaciones" son bastante "borrosas".

Walter E. Kurtz dijo...

Además, a lo largo de la historia de la Iglesia, se han cometido tantos errores en este sentido que realmente obliga a ser más prudente.

Errores en ambos sentidos.

Jordán Bruno hasta casi poquito antes de su ejecución siguió viviendo la gran vida, protegido por las cortes de los distintos soberanos italianos y de sus hermanos de Orden, sin que ellos sufriera ninguna pena canónica (la protección u ocultamiento de un hereje se penaba también con la excomunión y, a veces, con la interdicción de la diócesis).

Por otro lado, Savonarola, Rosmini y tantos otros que fueron condenados injustamente.

Lo cierto es que tampoco la "prudencia" romana es propiamente postconciliar. Ya Castellani denunciaba que desde hacía siglos, los únicos excomulgados lo eran por desobediencia (mucho más fácil de "probar" y que no implica ejercicio intelectual alguno).

Ya traje el caso del Americanismo, donde no hubo ni un condenado. Y podríamos agregar el del segundo Jansenismo o Jansenismo mitigado, donde tampoco hubo condenas efectivas.

El mismo Doellinger fue condenado no por negar el dogma sino por desobediencia primero y, luego, por cisma.

Más cercano en el tiempo, el caso del jesuita Leonard Feeney y el conocido por todos aquí de Mons. Lefebvre.

Miles Dei dijo...

Finalizado el mismo, hay sentencia de excomunión (no es automática como dice Miles)

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Para el delito de herejía, apostasía y cisma la pena es automática según el derecho canónico vigente. Latae Sententiae. Can. 1364.

"1364 § 1. El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión latae sententiae, quedando firme lo prescrito en el ⇒ c. 194 § 1, 2; el clérigo puede ser castigado además con las penas enumeradas en el ⇒ c. 1336 § 1, 1 , 2 y 3."

Luego si alguien es condenado como hereje procede la declaración de su excomunión latae sententiae. Otra cosa es que haya sido condenado injustamente, que podría ocurrir.

Miles Dei dijo...

EN cuanto que no se puede calificar de hereje a Müller totalmente de acuerdo según lo expuesto en el tema. Pero la responsabilidad procede a llevarle a un debate donde aclare su exposición teológica que en el caso de Nuestra Señora es ofensivo. Cuando se hagan de público acceso (y no en costosos volúmenes) las actas del Concilio veremos que pensaban los padres conciliares acerca de la "integridad de la Madre". Müller y todos los Rahnerianos deberían pedir perdón de rodillas.

Walter E. Kurtz dijo...

Gracias, Miles, no recordaba ese canon. Lo cierto es que así escrito se podría prestar a muchos abusos, puesto que (al menos teóricamente) podría basta la simple declaración de que tal es un hereje.

Concuerdo contigo en lo de las Actas y Notas del Concilio. Es una vergüenza que a estas alturas no exista una versión definitiva, accesible y suficientemente legible. Más que, como ha dicho la CDF respecto a las notas, son parte integrante de los documentos conciliares.

Supongo que no son éstos (lamentablemente) tiempos de debates escolásticos. Muy pocos podrían sostener un debate en latín y esto daría lugar a numerosos equívocos semánticos (con o sin culpa por parte de los expositores).

No de otra manera pueda explicarse que haya puesto en duda la transubstanciación y la virginidad perpetua de María para luego decir que acepta ambos dogmas desde siempre. O no dijo lo que dijo antes, o no dijo lo que dijo después, o aquí hay alguien que se quiere pasar de listo. Y sino, si ha cambiado de opinión, que diga, claramente, que se arrepiente.

Pero me temo que la realidad sea más voluntarista, que considere que si bien tiene "derecho" a tener sus opiniones teológicas privadas, como prefecto de la CDF debe sostener los dogmas de la Iglesia. Lo cual vendría a ser como una nueva doctrina de la doble verdad... Y me temo que, para los neocon, esto esté perfecto.

Anónimo dijo...

Que raro que a Kiko Arguello no lo han tildado de hereje.

Anónimo dijo...

Como saltan sin que se esté tocando el tema de los kikos. ¿que denominación se le podría dar a esa reacción? ¿darse por aludidos?

sofronio dijo...

La autoridad que tiene un católico para determinar que los herejes no son miembros de la Iglesia y de juzgar, no sus corazones, sino sus hechos proviene del mismo dogma católico:

Papa Pío VI, Auctorem fidei, 28 de agosto de 1794: “47. Igualmente la proposición que afirma ser necesario según las leyes naturales y divinas que tanto a la excomunión como a la suspensión deba preceder el examen personal, y que por lo tanto las sentencias dichas ipso facto no tienen otra fuerza que la de una seria conminación sin efecto actual alguno, es falsa, temeraria, injuriosa a la potestad de la Iglesia y errónea”

Papa Pío IV, Concilio de Trento, sesión 23, cap. 4: “Estos son los puntos, que de modo general que ha parecido al sagrado Concilio enseñar a los fieles cristianos acerca del sacramento del orden. Y determinó condenar lo que a ellos se opone con ciertos y propios cánones al modo que sigue, a fin de que todos, usando, con la ayuda de Cristo, de la regla de la fe, entre tantas tinieblas de errores, puedan más fácilmente conocer y mantener la verdad católica”.

Papa San Pío X, Lamentabili, Decreto contra los errores del modernismo, 3 de julio de 1907, #22: “Los dogmas que la Iglesia presenta como revelados no son verdades venidas del Cielo, sino sólo una interpretación de hechos religiosos que la mente humana se ha proporcionado por medio de un esfuerzo laborioso”[2]. – Condenado

La Iglesia católica enseña que los procesos y sentencias formales no son necesarios para surtir efecto en las excomuniones ipso facto (“en el acto” o “inmediatamente”)
San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, II, 30:

“… pues los hombres no están obligados, o en condición de leer los corazones, pero cuando ven que alguien es un hereje por sus obras exteriores, lo juzgan puro y simplemente que es un hereje, y lo condenan como tal”.

Que yo sepa, corríjaseme si no estoy en lo cierto, Calvino no fue condenado por herejía; ergo, según algunos argumentos, no sería hereje.

Acaso le estaba vedado a un católico señalar como hereje a Lutero antes de la declarión de hereje. No, como lo demuestra la historia con las acciones que se emprendieron en su contra, antes de la declaración.

Por otra parte, si San Máximo contra el monotelismo, o San Atanasio contra arrianos, arropado tan solo por el ejército de eremitas desarropados, hubieran tenido que esperar a la declaración formal de la herejía por el Papa o la Iglesia, hoy seríamos todos arrianos o monotelistas, salvo extraordinaria gracia de Dios. ¿Cómo esperar a la declaración de herejía cuando sólo entre el uno y el tres por ciento de obispos se mantenían fieles a la fe católica? Imposible, e ilógico ; y mejor no decir nada de los papas Liberio y Honorio I, porque más confirmarían las razones que expongo.

En fin, como dijo Aristóteles, pensando en los Múller de entonces: “Contra negantes prima principia, non verbis, sed fustibus arguendum est”, es decir, que contra los que niegan los primeros principios, como el de identidad y no-contradicción, no hay que usar de argumentos, sino de varas…es decir, contra todos los modernistas hegelianos.

A la larga, el desgaste de medir cada palabra (para ver si se le resiste o se obedece ante la evidentes herejías ), será quien venza…

Martin Ellingham dijo...

Sofronio:

De varios de los textos que Ud. cita no se siguen las conclusiones que extrae.

El texto de Pío VI condena que una censura automática no tendría más efectos que una conminación hasta tanto se inicie proceso. Lo que ciertamente es falso pues la pena automática produce sus efectos sin necesidad de proceso.

El texto de san Pío X condena considerar los dogmas como de origen puramente humano.

De lo anterior no se sigue que cualquiera pueda considerar heréticas proposiciones no condenadas por la Iglesia. Se deben cumplir ciertos requisitos objetivos mínimos.

Saludos.

Anónimo dijo...

Me gustaría aportar algunas precisiones, en particular, con respecto a la ordenación casi idéntica que el nuevo CIC da a al delito de herejía:
canon 751: Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos.
He copiado íntegro el cánon para insertar la definición en su contexto propio. Como bien recuerda el siempre atinado Cnel. Kurz, a expensas de una cita de don MILES, la excomunión en todos estos casos es latæ sententiæ; de modo tal que todos los nombrados arriba como advertidos con toda severidad, si han mantenido sus posiciones, están formalmente excomulgados. (Küng, Häring, etc. y valdría deternerse, otra vez, en el particular caso del pillo de Marciano Vidal, quien habiendo comprometido una retractación a corto plazo en el siglo pasado, aún la sigue debiendo sin que por ello, alguna editoriales pseudocatólicas impriman sus libelos).
Ello dado, no obstante la creciente distinción, que es de toda justicia el hacer, entre el autor y la obra condenada.
Incluyo el texto del caso, porque me parece mejor redactado que el del código de 1917, citado en el artículo, y porque hace suyos criterios sostenidos desde siempre por el Santo Oficio, ahora la CDF y también la Rota Romana, en los pocos casos que involucraron herejía que, de rebote (no es tribunal competente para dicha materia) ha podido juzgar.
De tal suerte que la figura penal es hoy en día mucho más severa que en el pasado, pues agrega la duda pertinaz a la simple negación de las verdades de fe rechazadas; y además, es automática...
Mis cordiales saludos y felicitaciones por esta tarea de esclarecimiento tan necesaria.
L. b-C.